Traslaciones II

Traslaciones II surge de mi interés por seguir experimentando con técnicas textiles.
Empecé a manipular manuales, y por esas coincidencias, me llegó un lote grande de patrones de costura. Esos materiales me llevaron a poner más atención en las proyecciones del cuerpo dibujadas en esos patrones, los recuerdos que todos tenemos de algún familiar trabajando con ellos, la calidad y el desgaste de esos papeles, y así consolidé esa investigación.

TRASLACIONES II/Mudanzas y memorias de una materia por venir

Isabel Cisneros, creadora de reconocida trayectoria presenta este domingo 06 de febrero en nuestros espacios, su individual Traslaciones II, bajo la curaduría de Lorena González Inneco.

Este proyecto- explica Isabel- surge de mi interés por seguir experimentando con técnicas textiles. Empecé a manipular manuales, y por esas coincidencias, me llegó un lote grande de patrones de costura. Esos materiales me llevaron a poner más atención en las proyecciones del cuerpo dibujadas en esos patrones, los recuerdos que todos tenemos de algún familiar trabajando con ellos, la calidad y el desgaste de esos papeles, y todo ello me fue llevando a consolidar esa investigación. Traslaciones-indica la artista- fue montado por primera vez en el Centro Cultural BOD en noviembre del 2019. La cuarentena la mantuvo suspendida en el tiempo, y por ello quisimos darle un segundo aire esta oportunidad en la Galería Beatriz Gil.

Dice Lorena González que hoy en Beatriz Gil galería las obras se despliegan en un contexto diferente y se reestructuran en inéditas espacialidades. Agrega que “de cara al nuevo entorno, los elementos vuelven a conectarse con las secuencias perceptivas que han acompañado a esta artista en los territorios de la creación: los textiles, el material de desecho, las elocuentes tramas de la costura o la inédita tridimensionalidad de elementos olvidados. Pero en el revés de los acontecimientos y al volver la mirada sobre ellas, descubrimos que esa materia plena de historias también resguardaba un ignorado eco que en la primera edición dejamos pasar por alto, un enunciado que aún conspira desde los sonidos del papel: allí, en cada una de estas estructuras y movimientos, siguen habitando las proyecciones de un cuerpo humano que ya empezaba a narrarse con melancolía frente a las imposibilidades, angustias y temores de ese contacto físico que el mundo posterior nos ha instaurado.”

Lorena González reitera: “es por ello que hemos aceptado esta extraña itinerancia —al tiempo cercana y distante— que traza la aparición de reflexiones que requieren volver a ser escuchadas.”

Para la curadora “Traslaciones II es un cuerpo de obras que nos habla de las variaciones de la materia como evocación de lo corpóreo, formas mutables de una memoria flexible que nos captura y nos conforma, propiciando en la mirada del cuerpo físico que las observa el detenimiento contra la mudanza permanente del mundo, la vida y el tiempo. Frente a las variaciones de este ciclo constante de presencias y deserciones que vivimos, y en espacios vertiginosos donde la vida y las señales sensibles huyen a través de veloces transformaciones globales, locales, virtuales y presenciales imposibles de atrapar, la artista ha levantado los acordes vinculantes de una partitura profunda, a un tiempo breve y trascendental: la manifestación de la obra de arte como el reflejo único de un susurro imposible. “

Beatriz Gil Galería

La aguada de las buenas señales

LA AGUADA DE LAS BUENAS SEÑALES 
2021
Ensamblaje 
Madera, hierro cromado, plástico, agua destilada, silicato de sodio, colorantes de alimentos 
130 x 190 cm 

En su bitácora de viaje, Luis Pigafetta relata los avatares que vivieron los tripulantes de las cinco naos que salieron guiados por Fernando de Magallanes y Sebastián el Cano en su ruta hacia la búsqueda de las islas Molucas. La lectura de este texto me llevó a imaginar este trayecto como un gran recorrido flotante sobre una inmensa superficie horizontal. Esa superficie, salvando ciertas variables que son inevitables consecuencias de los aciertos y desaciertos de los avances de la humanidad, es casi tan desconocida como hace quinientos años. 

Los océanos son la sangre vital de la tierra y cubren trescientos sesenta millones de metros cuadrados, el setenta por ciento de su superficie. Son el mayor ecosistema del planeta. Por siglos, han jugado un vital e importante rol: fuente de alimento, transporte, comercio, desarrollo e inspiración.

Se sabe más de la topografía del fondo de los océanos que de las especies que viven el mar. Los océanos han sido mapeados por satélites, y sólo un veinte por ciento de ellos se ha medido con sonales, instrumentos de alta resolución. El otro ochenta por ciento restante permanece oculto, inexplorado. Los científicos estiman que existen entre setecientas mil y un millón de especies en los océanos, descontando microorganismos. Dos tercios de esta cantidad, o más, todavía no han sido descubiertas.

La sensación de incertidumbre crece si a este desconocimiento le sumamos que a partir de los 400 metros de profundidad la luz desaparece, la presión aumenta, el oxígeno baja y la temperatura desciende hasta 4 grados grados. 

Las Fosas Marianas es la profundidad más grande que se ha registrado hasta ahora, once mil treinta y cuatro metros, y se encuentran al este de las Islas del mismo nombre, en la parte noreste del Océano Pacífico. 

La flota pasó por ahí en marzo del 1521.

Imagino que hasta el más aventurero de los tripulantes se llenó de miedos y preguntas durante el trayecto. Ya de por sí salir a descubrir implica una mirada y un estado de atención abierto, curioso e inseguro a las nuevas maravillas y los inconvenientes.

Hoy, de la misma manera que lo hicieron ellos en 1520, los seres humanos nos movemos sobre la incertidumbre, lo desconocido, el riesgo, la sorpresa.

Quiero centrarme en esa enorme masa de agua que se encuentra entre el aire que respiramos y el fondo marino, ese fluido que indistintamente de las diferencias de profundidad y composición se nivela para generar una extensión misteriosa por la que nos podemos deslizar en un gesto similar al de los navegantes cinco siglos atrás. 

Hacienda La Trinidad

Hiladillas.

Hiladillas, Isabel Cisneros

por Juan carlos láncara, 2006

Los seres humanos recorren caminos, los talentosos crean sus propios senderos. Isabel Cisneros comenzó a tejer-como tantos otros lo han hecho a los largo de la historia- combinando la técnica ancestral de la cerámica, con el canutillo y las cuentas bajo la cadencia de un ritmo creado por ella. Ello le ha permitido desarrollar superficies de uniformes texturas, que se plisan, doblan y moldean, para crear volúmenes de extraordinario interés, y y que hoy presentamos con gran satisfacción dentro del programa de Cerámica Contemporánea que hemos venido desarrollando en la Sala Mendoza, por cuanto nos encontramos frente a una creadora que exhibe un cuerpo de trabajo único dentro de los lenguajes que propone la cerámica en nuestro país actualmente.

Arts in residence. Encounters, Elizabeth Cemborain

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Mà i Màquina

2020
Algón y seda
28 x 21 x 5 cm

Mà y Màquina (Mano y Máquina)

Con un sentimiento parecido a la nostalgia y la envidia, veo la idea de progreso que implicó la revolución industrial en Inglaterra en el siglo XIX desde esta Venezuela en regresión. Ello se ha acentuado en estos últimos meses, en los cuales la idea de parálisis, o retroceso, se ha generalizado a nivel mundial.

Tenía como tarea pendiente la lectura de un artículo que explicaba de manera detallada la evolución y cambios en las máquinas textiles, y de ella me quedó la fascinación por el detalle de los grabados que las ilustraban.

Tomando como soporte tela blanca de algodón reciclada de servilletas heredadas y un hilo de seda encerado de los años 50, quise imprimir en un libro, mediante el bordado “punto atrás”, mi versión desordenada del desarrollo de estas máquinas. 

El gesto interrumpido o alternado de ir hacia adelante y hacia atrás que se necesita para hacer este punto de bordado se refuerza con la idea reproducir torpemente con las manos un objeto industrial. Quiero evidenciar ese ir y venir de la historia, de los recursos técnicos y de los materiales usados. Cuestionar la idea general de que “desarrollo” es siempre hacia adelante, sobre todo en un momento en el que es necesario cerrarse como capullos para protegernos. 

Mà y Màquina, en catalán. Lengua que me hace eco familiar, perteneciente, relativa… y casualmente zona de producción textil por excelencia.

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Mà y Màquina (Hand & Machine)

With a similar feeling to nostalgia and envy, I contemplate the idea of progress that the Industrial Revolution in England implied in the XIX century while living in a decaying Venezuela. This has been pronounced within the last months, in which the idea of paralysis has been generalized all over the world.

One of my pending tasks was to read an article which explained the evolution in textiles machines. And that’s why I have a fascination for detail and the engraving that illustrates them.

Using recycled white cotton cloth from napkins as a foundation and a thread of waxed silk from the 1950’s, I wanted to print my cluttered version about the development of such machines in a book, employing back stitch embroidery.

The interrupted gesture of coming back and forth which is required to make this kind of embroidery takes strength with the idea of reproducing an industrial object with the raw hands. I want to state the ongoing course of history, of technical resources and employed materials. To question the idea that “development” always means moving forward, especially during a time in which it is necessary to be enclosed like cocoons to protect ourselves. 

Mà y Màquina, in Catalá. It is a dialect that resonates with me. I can relate to it… and it is casually a zone of textile production by excellence. 

30:30

30 Works 30 Days, 30 trabajos en 30 días, buscando luz y color en la oscuridad

Trabajé con el mínimo recurso: corté una tela que estaba escondida en una gaveta en 32 pedazos.

Isabel Cisneros y Pepe López

Lorena González inneco

El Nacional, 16 de junio 2013

En el período más reciente dos inauguraciones han abierto el campo de acción para la expansión de dos creadores de trayectoria que han logrado exponer una buena parte de sus investigaciones personales y consolidar la confrontación particular que los procesos, las ideas, las inquietudes los linderos del arte contemporáneo necesitan encontrar en la acción directa con el espacio museográfico, entorno definitivo que trazará los lineamientos certeros o abismales de un Proyecto que se delatará en la concreción real de las multiplicaciones sensoriales, críticas, conceptuales y/o formales dibujadas por las intenciones de un artista hacia las suposiciones del afuera. En el caso particular de la creadora Isabel Cisneros y del artista Pepe López, este encuentro resulta capital a la hora de dialogar sobre sus proyectos de creación. Ambos, desde sus particularidades reflexivas, se centran en pequeños gestos que se van ampliando, borde sinuosos de una realidad cotidiana que aprehenden y que multiplican hacia el infinito, siendo precisamente el encuentro con el espacio museográfico, e incluso con los desbordamientos formales que sus prácticas acumulativas y dinámicas pueden generar en ese mismo espacio, uno de los puntos más impactantes que han rondado desde siempre la materia dialogante de sus distintas poéticas visuales.

Para Pepe López fue la convulsa ciudad de Caracas y esa suerte de transformación metafórica de un detritus que desde hace un tiempo viene explorando en cada una de sus obras e instalaciones el punto fundamental de su trabajo. En la Galería Artepuy se puede apreciar hasta comienzos de agosto la individual que, con el nombre Geometría 4 en kilo, reúne instalaciones elaboradas in situ por el autor. Allí los rastros de una urbe en transformación constante se desplazan por las paredes de la sala, proyecciones ideales concretas que tomando sus matrices de los planeamientos virtuales de Google Maps y otras redes sociales se trasladan con un movimiento inusitado e invaden el espacio. Al alterar las características del cartón mediante la manipulación e inserción de otros materiales, López siembra nuevas vicisitudes desde las marcas de los uso cotidiano del afuera. Un traspaso entre la geometría, el desplazamiento urbano, el caos y la proyección idealizada de las complejas realidades de la ciudad de Caracas

En el caso de Isabel Cisneros, es la a Galería D’Museo que está ubicada en el Centro de Arte Los Galpones, donde hasta el 14 de julio se presenta su individual Ablandando hasta el agua. En este ejercicio casi inédito en la obra textil venezolana, la artista traslada los esquemas iniciales de estructuras desarrolladas en otros medios, y remoza con acuciosa actualidad aquellos caminos que le otorgaron un lugar representativo dentro de la cerámica contemporánea del país. Ahora, las volumetrías expresivas de la quema se deslizaron hacia las consideraciones visuales del material textil, un riesgo espacial que pronunció las posibilidades de la artista al reavivar sus inquietudes desde otras perspectivas. Desde preocupaciones internas por una ciudad en conflicto, reconstruyó el recorrido sensible de botones, arandelas, gafetes, cierres telas tornasoladas y pliegues. Para Cisneros fue la dureza de los tiempos que vivimos el motivo principal de este ablandamiento, suavidad que surge como testimonio y levedad luego de la tormenta, pericias de una tela que se amplía y se metamorfosea frente a las azoradas demandas de un contexto sórdido y disperso.