REMOCIÓN ES (A propósito de la muestra TRASLACIONES II, de Isabel Cisneros)

Corina michelena

REMOCIÓN ES

El arte aporta una vehemente confirmación.
En el corazón de la forma se encuentra una tristeza,
una huella de la pérdida.
George Steiner

Entre labilidad y la habilidad. Obra dura o sensible de leer y roer (por su perseverancia, soltura y dificultad). ¡Tanta versatilidad asusta! Mullida o áspera. Entre anémonas o aguijones. En ciertas tramas priva lo voluble y flexible, y en otras, lo hierático y rígido. Piezas severas unidas por un material maleable. Piezas maleables unidas por un material irrompible.

Hablaré de una de sus Remociones.

El soporte es lo esencial: se trata de un rectángulo de papel alemán, usado y reusado en el siglo pasado (¿sustentable por desesperación?), un papel que no juega un papel, ¡lo trabaja y cómo! Es, un señor patrón de costura, patrón de patrones, uno con muchas propuestas (¿muchos porvenires?) de casi imposible lectura porque superpone montones de líneas; entrecruza bocetos, modelos algebraicos, que, en su momento, fueron, llegaron a ser (o no) ¡después de un muy arduo litigio entre las pesquisas!, piezas de ropa individuales. Moldes fraguados en tiempos oscuros. En tiempos de guerra ningún recurso es renovable, ninguno (¿quizá la esperanza o el efecto dominó de la muerte?). Igual suerte corre el papel. Aprovechado al máximo; con suma delicadeza, con insaciable avaricia: exprimido.

A cualquiera que sepa algo de costura le quedará clarísimo que este soporte de Cisneros, soporta y sabe ¡muy bien! de torturas. Pues necesariamente se las ha visto con muchísimos alfileres. Eso, cuando su feliz destino unido a una tela tenía sentido y prefiguraban un mismo futuro. El axioma “El papel aguanta todo”, solo se sostiene escrito en el papel. De hecho han sido “la mala prensa” y la peor literatura, las que han dado cabida a tal falacia. El papel es tan mortal como nosotros. En un mundo virtual que cuenta con una nube ficticia y centinela para salvar todas las voces con sus miles de registros y texturas. ¿Por qué, si no, sobreviviría una palabra tan quebradiza y plena como “incunable”? No, no hay vida después de la vida, ni sutura para lo único.

Isabel Cisneros necesita que el papel haya servido tanto que ya no sirva más. “Remueve” el viejo patrón de su habitual oficio, puntualmente, minutos antes de su extremaunción, lo franquea y salva con un instrumento imposible, ¡justo con el único alfiler cabeza hueca: la aguja! Esa que, literalmente, no da puntada sin hilo. Esa que pincha para suturar.

Cisneros –como un demiurgo– logra la reencarnación del papel en otra forma de vida. Parte de una línea imaginaria y diagonal que atraviesa el papel de punta a punta y, desde esa larga trinchera, arroja enfiladas una serie desigual de líneas rectas negrísimas, unas de múltiples costuras mínimas y otras de un solo trazo. Todas perfectas, pero todas sin patrón alguno, agudas, paralelas o no, gruesas o no, pero siempre afiladas. Nido de aristas. Las rectas pertenecen a las propias líneas del patrón, como si estas últimas fuesen sus difusas raíces. Desde allí se difunde como la profusa quema involuntaria de un bosque. Cisneros repasa aleatoriamente, sobre el dibujo del basteado y la línea negra, pasa a ser la puntada definitiva y definitoria de un collage temible.


Escribe encima (¿sobre?) lo que ya está escrito, traslación también es traducción y tachadura (porque la voluntad para la que fueron hechos los patrones se deshizo). Las estrías arrancan de la mitad del papel hacia arriba, brotan siguiendo el curso de las decoloraciones del patrón, pero el negro del hilo las vuelve inexpugnables. Del propio fantasma inicial, translúcido que era el soporte con su vahído tatuaje, nos quedan borrones de galimatías. Nos abandona “en la estacada” con un mapa tachado, no topográfico sino temporal, de lo que ya no tiene lugar ni tiempo.


Así como me consta que las condescendientes y hermosas Hiladillas de Isabel nos miran con la arrogancia y el tedio de Madame Bovary (¡y como si nosotros fuésemos Charles!). No me cabe ninguna duda de que, justo, en esa remoción se encuentran (ya en la despensa) todas las armas que requerían los pretendientes de Penélope, “ennegrecidas hasta donde les ha alcanzado el aliento del fuego”. Sin embargo la perfecta y transgresora disposición que revelan tiene un origen menos antiguo.

Lanzas (o rayas) profundamente encajadas (en la superficie). Su pulcra alineación es obra de otro espléndido e infalible estratega, Uccello. La tierra de Ulises ha vuelto a ser salvada.

Corina Michelena

Traslaciones II. Mudanzas de la materia en equis(X) movimientos

Lorena González

TRASLACIONES II

En nuestro volátil presente, los episodios de la vida colectiva e individual se han visto alterados por inesperados componentes estructurales. Desde hace dos años y repentinamente, todas las relaciones comenzaron a girar en torno a las vulnerabilidades de un mundo en pandemia que ha establecido nuevas cartografías, dentro y fuera de los diversos acontecimientos que experimentan las sociedades en nuestro contexto actual. Los últimos períodos del siglo XXI han dictaminado una sensación continua de pérdidas, un agobio indescifrable, una desorientación constante del tiempo y el espacio; y aunque en ocasiones pareciera que vivimos ante la tachadura persistente de cualquier esfuerzo o avance, también esta zona de incertidumbre nos lleva a encontramos con el ímpetu de lo humano, voluntades que desde la creatividad son capaces de avivar los pasos para reconstruir una mirada distinta, una nueva posibilidad.

En esta delicada brecha resalta la obra de la artista Isabel Cisneros. Su proyecto Traslaciones fue un amplio conjunto que inauguró a finales del 2019, como resultado de un proceso de investigación en torno a referentes y dinámicas de elaboración relacionadas con las vitalidades ocultas de los elementos, pulsión que siempre ha estado en las diversas estrategias visuales abordadas por esta creadora desde sus inicios en el arte contemporáneo. En este caso especial, la artista se enfrentaba a los ritmos vigorosos de un archivo de patrones de costura que le habían donado, decidida a manipular y profundizar en las intrincadas cadencias de estos frágiles documentos como el núcleo central para este nuevo cuerpo de trabajo. La donación de los patrones creaba un extraño campo de revelaciones, pues al tiempo que los elementos se conectaban con las secuencias perceptivas que le han acompañado en los territorios de la creación—los textiles, el material de desecho, las tramas de la costura o la tridimensionalidad inédita de elementos olvidados—, de algún modo esta materia plena de historias también se volvía una veladura errante, elucubraciones de una narrativa probable, de un tiempo otro que emulsionaba en un documento ambiguo y ajeno.

Pero toda esta aventura generó un envolvente campo de obras y reflexiones que en su primera edición recorrió todos los espacios del Centro Cultural BOD. Con el pasar de los meses la puesta en escena se vio afectada por la alarma mundial y el cerrado confinamiento que las primeras noticias sobre el Covid 19 instauraron en nuestras sociedades durante varios meses. Suspensa, la exhibición permaneció en las salas hasta que finalmente se desmontó. En aquella oportunidad destaqué en mi texto curatorial la aparición de formas inesperadas a partir del diálogo entre la artista y los materiales utilizados, una columna vertebral que de manera insospechada encontró sus propios sonidos: afluencias de la materia, remociones, mudanzas; trazas medulares que se abrían campo por entre las líneas evanescentes de un patrón de costura que al tiempo que agolpaba en sus proyecciones las posibilidades infinitas de la apariencia, era capaz de contener, tras la fachada de lo conocido, todas las marcas posibles de lo que no vemos. De este modo los volúmenes se llenaron de partidas, transferencias y regresos; y las ausencias que allí subsistían iniciaron el levantamiento de otras dimensiones del material, silueteando las estrías de un retorno que se transformó en objetos modulares plenos de transparencia y opacidad, superpuestos o desplegados bajo los caminos orgánicos del consenso, la opresión o la discrepancia de los fragmentos.

Para Cisneros, los patrones le habían llevado de algún modo a la inmersión en su propio epigrama personal y al observar esas cartografías trepidantes de quietud con las que había trabajado por más de dos años, encontró e hizo visible un panorama en el que se desplazaban de alguna manera todas las formas posibles de un cuerpo textil que nos envuelve y abriga en algún momento de nuestra historia o de la historia de toda una sociedad. Y fue así como ella y los espectadores se descubrían en la contemplación de cada pieza, conformados por las extensiones de muchos patrones imperceptibles y evanescentes que en el transcurso del tiempo han pespunteado las dimensiones del propio cuerpo en vida.

Hoy, Beatriz Gil Galería, abre sus espacios para que exhibamos una nueva edición de esta muestra que muchos no pudieron visitar. Se abre al entorno expositivo en un contexto diferente y las obras se reestructuran ante inéditas espacialidades; aunque en la actualidad seguimos transitando un mundo en pandemia, un mayor rango de discernimiento social cursa frente a la incertidumbre y avances científicos han logrado trazar pequeños entornos de bioseguridad. Sin embargo, al volver la mirada sobre estas obras, descubrimos un ignorado eco que en aquel momento tal vez dejamos pasar por alto, un enunciado que los sonidos de ese papel nos presentaban con contundencia y que no atendimos: allí, en cada una de las obras, estaban las proyecciones de un cuerpo humano que ya empezaba a narrarse con melancolía frente a las imposibilidades, angustias y temores de ese contacto físico que el mundo posterior nos ha instaurado.

Es por ello que hemos aceptado el reto de esta nueva edición, una extraña itinerancia al tiempo cercana y distante, que surge en el soplo de contextos particulares como el que vivimos, y que ahora traza con ahínco la aparición de reflexiones que requieren volver a ser escuchadas. Traslaciones es un cuerpo de obras que nos habla de las variaciones de la materia como evocación de lo corpóreo, formas mutables de una memoria flexible que nos captura y nos conforma, propiciando en la mirada del cuerpo físico que las observa el detenimiento contra la mudanza permanente del mundo, la vida y el tiempo. Frente a las variaciones de este ciclo constante de presencias y deserciones que vivimos, y en espacios vertiginosos donde la vida y las señales sensibles huyen a través de veloces transformaciones globales, locales, virtuales y presenciales imposibles de atrapar, la artista ha levantado los acordes vinculantes de una partitura profunda, a un tiempo breve y trascendental: la manifestación de la obra de arte como el reflejo único de un susurro imposible.

Lorena González Inneco

Traslaciones II

Traslaciones II surge de mi interés por seguir experimentando con técnicas textiles.
Empecé a manipular manuales, y por esas coincidencias, me llegó un lote grande de patrones de costura. Esos materiales me llevaron a poner más atención en las proyecciones del cuerpo dibujadas en esos patrones, los recuerdos que todos tenemos de algún familiar trabajando con ellos, la calidad y el desgaste de esos papeles, y así consolidé esa investigación.

TRASLACIONES II/Mudanzas y memorias de una materia por venir

Isabel Cisneros, creadora de reconocida trayectoria presenta este domingo 06 de febrero en nuestros espacios, su individual Traslaciones II, bajo la curaduría de Lorena González Inneco.

Este proyecto- explica Isabel- surge de mi interés por seguir experimentando con técnicas textiles. Empecé a manipular manuales, y por esas coincidencias, me llegó un lote grande de patrones de costura. Esos materiales me llevaron a poner más atención en las proyecciones del cuerpo dibujadas en esos patrones, los recuerdos que todos tenemos de algún familiar trabajando con ellos, la calidad y el desgaste de esos papeles, y todo ello me fue llevando a consolidar esa investigación. Traslaciones-indica la artista- fue montado por primera vez en el Centro Cultural BOD en noviembre del 2019. La cuarentena la mantuvo suspendida en el tiempo, y por ello quisimos darle un segundo aire esta oportunidad en la Galería Beatriz Gil.

Dice Lorena González que hoy en Beatriz Gil galería las obras se despliegan en un contexto diferente y se reestructuran en inéditas espacialidades. Agrega que “de cara al nuevo entorno, los elementos vuelven a conectarse con las secuencias perceptivas que han acompañado a esta artista en los territorios de la creación: los textiles, el material de desecho, las elocuentes tramas de la costura o la inédita tridimensionalidad de elementos olvidados. Pero en el revés de los acontecimientos y al volver la mirada sobre ellas, descubrimos que esa materia plena de historias también resguardaba un ignorado eco que en la primera edición dejamos pasar por alto, un enunciado que aún conspira desde los sonidos del papel: allí, en cada una de estas estructuras y movimientos, siguen habitando las proyecciones de un cuerpo humano que ya empezaba a narrarse con melancolía frente a las imposibilidades, angustias y temores de ese contacto físico que el mundo posterior nos ha instaurado.”

Lorena González reitera: “es por ello que hemos aceptado esta extraña itinerancia —al tiempo cercana y distante— que traza la aparición de reflexiones que requieren volver a ser escuchadas.”

Para la curadora “Traslaciones II es un cuerpo de obras que nos habla de las variaciones de la materia como evocación de lo corpóreo, formas mutables de una memoria flexible que nos captura y nos conforma, propiciando en la mirada del cuerpo físico que las observa el detenimiento contra la mudanza permanente del mundo, la vida y el tiempo. Frente a las variaciones de este ciclo constante de presencias y deserciones que vivimos, y en espacios vertiginosos donde la vida y las señales sensibles huyen a través de veloces transformaciones globales, locales, virtuales y presenciales imposibles de atrapar, la artista ha levantado los acordes vinculantes de una partitura profunda, a un tiempo breve y trascendental: la manifestación de la obra de arte como el reflejo único de un susurro imposible. “

Beatriz Gil Galería

La aguada de las buenas señales

LA AGUADA DE LAS BUENAS SEÑALES 
2021
Ensamblaje 
Madera, hierro cromado, plástico, agua destilada, silicato de sodio, colorantes de alimentos 
130 x 190 cm 

En su bitácora de viaje, Luis Pigafetta relata los avatares que vivieron los tripulantes de las cinco naos que salieron guiados por Fernando de Magallanes y Sebastián el Cano en su ruta hacia la búsqueda de las islas Molucas. La lectura de este texto me llevó a imaginar este trayecto como un gran recorrido flotante sobre una inmensa superficie horizontal. Esa superficie, salvando ciertas variables que son inevitables consecuencias de los aciertos y desaciertos de los avances de la humanidad, es casi tan desconocida como hace quinientos años. 

Los océanos son la sangre vital de la tierra y cubren trescientos sesenta millones de metros cuadrados, el setenta por ciento de su superficie. Son el mayor ecosistema del planeta. Por siglos, han jugado un vital e importante rol: fuente de alimento, transporte, comercio, desarrollo e inspiración.

Se sabe más de la topografía del fondo de los océanos que de las especies que viven el mar. Los océanos han sido mapeados por satélites, y sólo un veinte por ciento de ellos se ha medido con sonales, instrumentos de alta resolución. El otro ochenta por ciento restante permanece oculto, inexplorado. Los científicos estiman que existen entre setecientas mil y un millón de especies en los océanos, descontando microorganismos. Dos tercios de esta cantidad, o más, todavía no han sido descubiertas.

La sensación de incertidumbre crece si a este desconocimiento le sumamos que a partir de los 400 metros de profundidad la luz desaparece, la presión aumenta, el oxígeno baja y la temperatura desciende hasta 4 grados grados. 

Las Fosas Marianas es la profundidad más grande que se ha registrado hasta ahora, once mil treinta y cuatro metros, y se encuentran al este de las Islas del mismo nombre, en la parte noreste del Océano Pacífico. 

La flota pasó por ahí en marzo del 1521.

Imagino que hasta el más aventurero de los tripulantes se llenó de miedos y preguntas durante el trayecto. Ya de por sí salir a descubrir implica una mirada y un estado de atención abierto, curioso e inseguro a las nuevas maravillas y los inconvenientes.

Hoy, de la misma manera que lo hicieron ellos en 1520, los seres humanos nos movemos sobre la incertidumbre, lo desconocido, el riesgo, la sorpresa.

Quiero centrarme en esa enorme masa de agua que se encuentra entre el aire que respiramos y el fondo marino, ese fluido que indistintamente de las diferencias de profundidad y composición se nivela para generar una extensión misteriosa por la que nos podemos deslizar en un gesto similar al de los navegantes cinco siglos atrás. 

Hacienda La Trinidad

Hiladillas.

Hiladillas, Isabel Cisneros

por Juan carlos láncara, 2006

Los seres humanos recorren caminos, los talentosos crean sus propios senderos. Isabel Cisneros comenzó a tejer-como tantos otros lo han hecho a los largo de la historia- combinando la técnica ancestral de la cerámica, con el canutillo y las cuentas bajo la cadencia de un ritmo creado por ella. Ello le ha permitido desarrollar superficies de uniformes texturas, que se plisan, doblan y moldean, para crear volúmenes de extraordinario interés, y y que hoy presentamos con gran satisfacción dentro del programa de Cerámica Contemporánea que hemos venido desarrollando en la Sala Mendoza, por cuanto nos encontramos frente a una creadora que exhibe un cuerpo de trabajo único dentro de los lenguajes que propone la cerámica en nuestro país actualmente.

Arts in residence. Encounters, Elizabeth Cemborain

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Mà i Màquina

2020
Algón y seda
28 x 21 x 5 cm

Mà y Màquina (Mano y Máquina)

Con un sentimiento parecido a la nostalgia y la envidia, veo la idea de progreso que implicó la revolución industrial en Inglaterra en el siglo XIX desde esta Venezuela en regresión. Ello se ha acentuado en estos últimos meses, en los cuales la idea de parálisis, o retroceso, se ha generalizado a nivel mundial.

Tenía como tarea pendiente la lectura de un artículo que explicaba de manera detallada la evolución y cambios en las máquinas textiles, y de ella me quedó la fascinación por el detalle de los grabados que las ilustraban.

Tomando como soporte tela blanca de algodón reciclada de servilletas heredadas y un hilo de seda encerado de los años 50, quise imprimir en un libro, mediante el bordado “punto atrás”, mi versión desordenada del desarrollo de estas máquinas. 

El gesto interrumpido o alternado de ir hacia adelante y hacia atrás que se necesita para hacer este punto de bordado se refuerza con la idea reproducir torpemente con las manos un objeto industrial. Quiero evidenciar ese ir y venir de la historia, de los recursos técnicos y de los materiales usados. Cuestionar la idea general de que “desarrollo” es siempre hacia adelante, sobre todo en un momento en el que es necesario cerrarse como capullos para protegernos. 

Mà y Màquina, en catalán. Lengua que me hace eco familiar, perteneciente, relativa… y casualmente zona de producción textil por excelencia.

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Mà y Màquina (Hand & Machine)

With a similar feeling to nostalgia and envy, I contemplate the idea of progress that the Industrial Revolution in England implied in the XIX century while living in a decaying Venezuela. This has been pronounced within the last months, in which the idea of paralysis has been generalized all over the world.

One of my pending tasks was to read an article which explained the evolution in textiles machines. And that’s why I have a fascination for detail and the engraving that illustrates them.

Using recycled white cotton cloth from napkins as a foundation and a thread of waxed silk from the 1950’s, I wanted to print my cluttered version about the development of such machines in a book, employing back stitch embroidery.

The interrupted gesture of coming back and forth which is required to make this kind of embroidery takes strength with the idea of reproducing an industrial object with the raw hands. I want to state the ongoing course of history, of technical resources and employed materials. To question the idea that “development” always means moving forward, especially during a time in which it is necessary to be enclosed like cocoons to protect ourselves. 

Mà y Màquina, in Catalá. It is a dialect that resonates with me. I can relate to it… and it is casually a zone of textile production by excellence. 

30:30

30 Works 30 Days, 30 trabajos en 30 días, buscando luz y color en la oscuridad

Trabajé con el mínimo recurso: corté una tela que estaba escondida en una gaveta en 32 pedazos.