Author: Isabel Cisneros
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Traslaciones, obra reciente de Isabel Cisneros. Centro Cultural BOD, 2019
Isabel Cisneros. Entrevista con Nanchi Farfant. Art Report/
Micrographia
Micrographia. Tramas diminutas observadas mediante cristales de aumento
La obra evoca un descontinuado modo de ver, mediante una secuencia de láminas proyectadas en la pared con un proyector de diapositivas con bandeja giratoria de carrusel. Este proyector fue patentado en 1965 y ampliamente utilizado en la difusión del conocimiento. En los años 80 fue un recurso muy exitoso para los artistas, que se valieron de él para presentar secuencias de fotografía en instalaciones específicas en museos.
La reutilización de materiales ha sido una práctica muy común en mi trabajo, por lo que frecuentemente recibo objetos que están a punto de ser desechados. Entre ellos, una caja con diapositivas. Ordenándolas, me quedó la curiosidad de ver qué pasaba si aprovechaba el marco para tensar una tela como si fuera un pequeño tambor de bordado, sustituía las transparencias por telas de diferentes calidades y texturas y las proyectaba en la pared.
Nunca imaginé que la ampliación de esas texturas y entrecruzados fuera tan diversa y asombrosa.
En el año 1665 el matemático y físico Robert Hooke utiliza el microscopio inventado por Johannes Kepler para estudiar diferentes objetos, y publica el libro: Micrografía: o algunas descripciones fisiológicas de los cuerpos diminutos realizadas mediante cristales de aumento con observaciones y disquisiciones sobre ellas.
Ese libro recoge análisis de objetos cotidianos que había observado con su propio microscopio, ordenados desde los objetos más simples hasta los más complejos objetos artificiales, elementos inertes, el mundo vegetal, el reino animal y observaciones telescópicas. Mientras observaba finas láminas de corcho, Hooke describió lo que vio como poros: Fue la primera persona en utilizar el término célula para describir lo que más tarde se reconocería como los componentes básicos de todos los organismos vivos, plantas y animales. En el primer capítulo del libro, dedicado a objetos artificiales, hay detallados análisis y dibujos de una fina estopilla o tela de lino, de tafetán o seda en relieve y de muaré de seda o paño.
Diez años después, Anton van Leeuwenhoek perfecciona el microscopio (llega a pulir los lentes hasta que amplíen más de 200 veces), y es el primero en descubrir y describir microorganismos y bacterias, animálculos. Mencionó por primera vez los espermatozoides y las células sanguíneas humanas, y desmontó la teoría de crecimiento espontáneo de los insectos al descubrir pequeñas crías de insectos en los huevos que se encuentran en el cuerpo de las hembras. Es llamado el padre de la microbiología.
Pero Van Leeuwenhoek no era un científico. Era un comerciante de telas que llega a perfeccionar los lentes de los cuentahilos o lupas que se utilizan para revisar la calidad de los hilos y el tejido de las telas.
Ver con detenimiento una telas fue causa de grandes descubrimientos.
Quiero hacer el mismo ejercicio de Hooke y Van Leeuwenhoek, pero no de manera individual, sino develar el asombroso mundo que se abre al proyectar minúsculos pedazos de tela. No reducir la mirada individual al visor de un microscopio sino ampliar la muestra para hacerla visible a un público.
Esta obra es un anhelo y exhorto a la transparencia, y a poner lo que queremos analizar en blanco y negro. La imagen sólo se produce por los espacios que hay en el entrecruce de las tramas y urdimbres.
Micrographia. Tramas diminutas observadas mediante cristales de aumento
2024-25
Video de 80 imágenes de texturas de telas emitidas por un proyector de carrousel de diapositivas de 35 mm.
80 marcos de dispositivas de 35 mm con igual número de telas, proyector de diapositivas de carrousel y mesa para el proyector.
Libros
Ada 18, Vicenza 22
Un hilo conductor que entrelaza y expande múltiples luchas.
Ahora sólo eres un testigo. Si volteas la cara, la verdad te saltará el cuello y te doblegará para enfrentarte de nuevo a estos terribles errores.
Hellen Todd, activista. 1911
Esta pieza quiere rendir homenaje a la sumatoria de esfuerzos que se han realizado en la defensa de los derechos de las mujeres trabajadoras de la industria textil.
En 1900 se formó el Sindicato Internacional de mujeres trabajadoras textiles, International Ladies Garment Workers Union, en USA, y ya para los años 1909 y 1910 se habían protagonizado dos importantes huelgas: La gran revuelta y El levantamiento de las 20.000. Un lamentable suceso en la industria textil en 1911 fue el detonante de significativas discusiones en las normas laborales, y en 1915 se aprobaron más de 36 nuevas leyes, que incluyeron el límite de la jornada laboral a 54 horas semanales, mejoras en seguridad e higiene, prohibiciones a trabajos clandestinos y contrataciones de niños.
El incendio de la Triangle Shirt Waist Factory (Fábrica de camisas Triangle) es la segunda mayor tragedia en Nueva York, sólo precida por los hechos ocurridos el 11 de septiembre del 2001. El 28 de marzo, a las 4:40 de la tarde y en sólo 18 minutos, el fuego causó la muerte de 146 trabajadores textiles (123 mujeres y 23 hombres): 52 por quemaduras o asfixia, 36 al tratar de escapar por el hueco del montacargas y 58 por saltar al vacío desde los pisos octavo, noveno y décimo.
Cabe acotar aquí que -desde hacía dos años y gracias a la anteriores huelgas- se había establecido que el horario de trabajo de los días sábados se había reducido de 8 a 12 del mediodía, norma que los dueños de la fábrica ignoraron. Para el momento del incendio, sólo la fábrica estaba operativa y el resto del edificio estaba desocupado.
Son muchas las razones que contribuyeron a que este incendio cobrara tantas vidas, todas ellas relacionadas a las pésimas condiciones a las que estaban sometidos estos trabajadores. La principal: la imposibilidad de salir del edificio en llamas ya que los responsables de la fábrica habían cerrado todas las puertas de las escaleras y salidas para evitar descansos o robos de materiales.
Pero otros factores agravaron la situación: al no haber alarma contra incendios, muchas trabajadoras solo supieron del incendio al ver las llamas. Al estar muy congestionada el área de trabajo, (8 mesones con 288 máquinas de coser) la evacuación fue muy lenta. La ventilación era escasa y por todos lados había material inflamable: barriles de aceite para lubricar las máquinas, patrones de papel en las paredes, tobos llenos de recortes de tela, y una gran nube conformada por hileras de camisas terminadas que colgaban del techo, ya que la fábrica no poseía depósito.
A todo esto, se suma un circunstancia muy cruel: las camisas que se fabricaban en Triangle son un símbolo de la mujer moderna, independiente, trabajadora, que había dejado de lado las restricciones del corsé. Estas camisas eran cosidas por inmigrantes (de 146 víctimas, 125 tenían menos de dos años de haber entrado a los Estados Unidos), sub-pagados, casi esclavizados y con edades que oscilaban entre 14 y 43.A partir de este hecho, la esquina donde estaba la fábrica se convirtió en un punto importante de manifestaciones en torno a los derechos laborales, y muchos autores refieren que marzo se declara mes de la mujer en honor a estas costureras.
REMOCIÓN ES (A propósito de la muestra TRASLACIONES II, de Isabel Cisneros)
Corina michelena
REMOCIÓN ES
El arte aporta una vehemente confirmación.
En el corazón de la forma se encuentra una tristeza,
una huella de la pérdida.
George Steiner

Entre labilidad y la habilidad. Obra dura o sensible de leer y roer (por su perseverancia, soltura y dificultad). ¡Tanta versatilidad asusta! Mullida o áspera. Entre anémonas o aguijones. En ciertas tramas priva lo voluble y flexible, y en otras, lo hierático y rígido. Piezas severas unidas por un material maleable. Piezas maleables unidas por un material irrompible.
Hablaré de una de sus Remociones.
El soporte es lo esencial: se trata de un rectángulo de papel alemán, usado y reusado en el siglo pasado (¿sustentable por desesperación?), un papel que no juega un papel, ¡lo trabaja y cómo! Es, un señor patrón de costura, patrón de patrones, uno con muchas propuestas (¿muchos porvenires?) de casi imposible lectura porque superpone montones de líneas; entrecruza bocetos, modelos algebraicos, que, en su momento, fueron, llegaron a ser (o no) ¡después de un muy arduo litigio entre las pesquisas!, piezas de ropa individuales. Moldes fraguados en tiempos oscuros. En tiempos de guerra ningún recurso es renovable, ninguno (¿quizá la esperanza o el efecto dominó de la muerte?). Igual suerte corre el papel. Aprovechado al máximo; con suma delicadeza, con insaciable avaricia: exprimido.
A cualquiera que sepa algo de costura le quedará clarísimo que este soporte de Cisneros, soporta y sabe ¡muy bien! de torturas. Pues necesariamente se las ha visto con muchísimos alfileres. Eso, cuando su feliz destino unido a una tela tenía sentido y prefiguraban un mismo futuro. El axioma “El papel aguanta todo”, solo se sostiene escrito en el papel. De hecho han sido “la mala prensa” y la peor literatura, las que han dado cabida a tal falacia. El papel es tan mortal como nosotros. En un mundo virtual que cuenta con una nube ficticia y centinela para salvar todas las voces con sus miles de registros y texturas. ¿Por qué, si no, sobreviviría una palabra tan quebradiza y plena como “incunable”? No, no hay vida después de la vida, ni sutura para lo único.
Isabel Cisneros necesita que el papel haya servido tanto que ya no sirva más. “Remueve” el viejo patrón de su habitual oficio, puntualmente, minutos antes de su extremaunción, lo franquea y salva con un instrumento imposible, ¡justo con el único alfiler cabeza hueca: la aguja! Esa que, literalmente, no da puntada sin hilo. Esa que pincha para suturar.
Cisneros –como un demiurgo– logra la reencarnación del papel en otra forma de vida. Parte de una línea imaginaria y diagonal que atraviesa el papel de punta a punta y, desde esa larga trinchera, arroja enfiladas una serie desigual de líneas rectas negrísimas, unas de múltiples costuras mínimas y otras de un solo trazo. Todas perfectas, pero todas sin patrón alguno, agudas, paralelas o no, gruesas o no, pero siempre afiladas. Nido de aristas. Las rectas pertenecen a las propias líneas del patrón, como si estas últimas fuesen sus difusas raíces. Desde allí se difunde como la profusa quema involuntaria de un bosque. Cisneros repasa aleatoriamente, sobre el dibujo del basteado y la línea negra, pasa a ser la puntada definitiva y definitoria de un collage temible.
Escribe encima (¿sobre?) lo que ya está escrito, traslación también es traducción y tachadura (porque la voluntad para la que fueron hechos los patrones se deshizo). Las estrías arrancan de la mitad del papel hacia arriba, brotan siguiendo el curso de las decoloraciones del patrón, pero el negro del hilo las vuelve inexpugnables. Del propio fantasma inicial, translúcido que era el soporte con su vahído tatuaje, nos quedan borrones de galimatías. Nos abandona “en la estacada” con un mapa tachado, no topográfico sino temporal, de lo que ya no tiene lugar ni tiempo.
Así como me consta que las condescendientes y hermosas Hiladillas de Isabel nos miran con la arrogancia y el tedio de Madame Bovary (¡y como si nosotros fuésemos Charles!). No me cabe ninguna duda de que, justo, en esa remoción se encuentran (ya en la despensa) todas las armas que requerían los pretendientes de Penélope, “ennegrecidas hasta donde les ha alcanzado el aliento del fuego”. Sin embargo la perfecta y transgresora disposición que revelan tiene un origen menos antiguo.
Lanzas (o rayas) profundamente encajadas (en la superficie). Su pulcra alineación es obra de otro espléndido e infalible estratega, Uccello. La tierra de Ulises ha vuelto a ser salvada.
Corina Michelena
Traslaciones II. Mudanzas de la materia en equis(X) movimientos
Lorena González
TRASLACIONES II
En nuestro volátil presente, los episodios de la vida colectiva e individual se han visto alterados por inesperados componentes estructurales. Desde hace dos años y repentinamente, todas las relaciones comenzaron a girar en torno a las vulnerabilidades de un mundo en pandemia que ha establecido nuevas cartografías, dentro y fuera de los diversos acontecimientos que experimentan las sociedades en nuestro contexto actual. Los últimos períodos del siglo XXI han dictaminado una sensación continua de pérdidas, un agobio indescifrable, una desorientación constante del tiempo y el espacio; y aunque en ocasiones pareciera que vivimos ante la tachadura persistente de cualquier esfuerzo o avance, también esta zona de incertidumbre nos lleva a encontramos con el ímpetu de lo humano, voluntades que desde la creatividad son capaces de avivar los pasos para reconstruir una mirada distinta, una nueva posibilidad.
En esta delicada brecha resalta la obra de la artista Isabel Cisneros. Su proyecto Traslaciones fue un amplio conjunto que inauguró a finales del 2019, como resultado de un proceso de investigación en torno a referentes y dinámicas de elaboración relacionadas con las vitalidades ocultas de los elementos, pulsión que siempre ha estado en las diversas estrategias visuales abordadas por esta creadora desde sus inicios en el arte contemporáneo. En este caso especial, la artista se enfrentaba a los ritmos vigorosos de un archivo de patrones de costura que le habían donado, decidida a manipular y profundizar en las intrincadas cadencias de estos frágiles documentos como el núcleo central para este nuevo cuerpo de trabajo. La donación de los patrones creaba un extraño campo de revelaciones, pues al tiempo que los elementos se conectaban con las secuencias perceptivas que le han acompañado en los territorios de la creación—los textiles, el material de desecho, las tramas de la costura o la tridimensionalidad inédita de elementos olvidados—, de algún modo esta materia plena de historias también se volvía una veladura errante, elucubraciones de una narrativa probable, de un tiempo otro que emulsionaba en un documento ambiguo y ajeno.
Pero toda esta aventura generó un envolvente campo de obras y reflexiones que en su primera edición recorrió todos los espacios del Centro Cultural BOD. Con el pasar de los meses la puesta en escena se vio afectada por la alarma mundial y el cerrado confinamiento que las primeras noticias sobre el Covid 19 instauraron en nuestras sociedades durante varios meses. Suspensa, la exhibición permaneció en las salas hasta que finalmente se desmontó. En aquella oportunidad destaqué en mi texto curatorial la aparición de formas inesperadas a partir del diálogo entre la artista y los materiales utilizados, una columna vertebral que de manera insospechada encontró sus propios sonidos: afluencias de la materia, remociones, mudanzas; trazas medulares que se abrían campo por entre las líneas evanescentes de un patrón de costura que al tiempo que agolpaba en sus proyecciones las posibilidades infinitas de la apariencia, era capaz de contener, tras la fachada de lo conocido, todas las marcas posibles de lo que no vemos. De este modo los volúmenes se llenaron de partidas, transferencias y regresos; y las ausencias que allí subsistían iniciaron el levantamiento de otras dimensiones del material, silueteando las estrías de un retorno que se transformó en objetos modulares plenos de transparencia y opacidad, superpuestos o desplegados bajo los caminos orgánicos del consenso, la opresión o la discrepancia de los fragmentos.
Para Cisneros, los patrones le habían llevado de algún modo a la inmersión en su propio epigrama personal y al observar esas cartografías trepidantes de quietud con las que había trabajado por más de dos años, encontró e hizo visible un panorama en el que se desplazaban de alguna manera todas las formas posibles de un cuerpo textil que nos envuelve y abriga en algún momento de nuestra historia o de la historia de toda una sociedad. Y fue así como ella y los espectadores se descubrían en la contemplación de cada pieza, conformados por las extensiones de muchos patrones imperceptibles y evanescentes que en el transcurso del tiempo han pespunteado las dimensiones del propio cuerpo en vida.
Hoy, Beatriz Gil Galería, abre sus espacios para que exhibamos una nueva edición de esta muestra que muchos no pudieron visitar. Se abre al entorno expositivo en un contexto diferente y las obras se reestructuran ante inéditas espacialidades; aunque en la actualidad seguimos transitando un mundo en pandemia, un mayor rango de discernimiento social cursa frente a la incertidumbre y avances científicos han logrado trazar pequeños entornos de bioseguridad. Sin embargo, al volver la mirada sobre estas obras, descubrimos un ignorado eco que en aquel momento tal vez dejamos pasar por alto, un enunciado que los sonidos de ese papel nos presentaban con contundencia y que no atendimos: allí, en cada una de las obras, estaban las proyecciones de un cuerpo humano que ya empezaba a narrarse con melancolía frente a las imposibilidades, angustias y temores de ese contacto físico que el mundo posterior nos ha instaurado.
Es por ello que hemos aceptado el reto de esta nueva edición, una extraña itinerancia al tiempo cercana y distante, que surge en el soplo de contextos particulares como el que vivimos, y que ahora traza con ahínco la aparición de reflexiones que requieren volver a ser escuchadas. Traslaciones es un cuerpo de obras que nos habla de las variaciones de la materia como evocación de lo corpóreo, formas mutables de una memoria flexible que nos captura y nos conforma, propiciando en la mirada del cuerpo físico que las observa el detenimiento contra la mudanza permanente del mundo, la vida y el tiempo. Frente a las variaciones de este ciclo constante de presencias y deserciones que vivimos, y en espacios vertiginosos donde la vida y las señales sensibles huyen a través de veloces transformaciones globales, locales, virtuales y presenciales imposibles de atrapar, la artista ha levantado los acordes vinculantes de una partitura profunda, a un tiempo breve y trascendental: la manifestación de la obra de arte como el reflejo único de un susurro imposible.
Lorena González Inneco
Traslaciones II
Traslaciones II surge de mi interés por seguir experimentando con técnicas textiles.
Empecé a manipular manuales, y por esas coincidencias, me llegó un lote grande de patrones de costura. Esos materiales me llevaron a poner más atención en las proyecciones del cuerpo dibujadas en esos patrones, los recuerdos que todos tenemos de algún familiar trabajando con ellos, la calidad y el desgaste de esos papeles, y así consolidé esa investigación.

TRASLACIONES II/Mudanzas y memorias de una materia por venir
Isabel Cisneros, creadora de reconocida trayectoria presenta este domingo 06 de febrero en nuestros espacios, su individual Traslaciones II, bajo la curaduría de Lorena González Inneco.
Este proyecto- explica Isabel- surge de mi interés por seguir experimentando con técnicas textiles. Empecé a manipular manuales, y por esas coincidencias, me llegó un lote grande de patrones de costura. Esos materiales me llevaron a poner más atención en las proyecciones del cuerpo dibujadas en esos patrones, los recuerdos que todos tenemos de algún familiar trabajando con ellos, la calidad y el desgaste de esos papeles, y todo ello me fue llevando a consolidar esa investigación. Traslaciones-indica la artista- fue montado por primera vez en el Centro Cultural BOD en noviembre del 2019. La cuarentena la mantuvo suspendida en el tiempo, y por ello quisimos darle un segundo aire esta oportunidad en la Galería Beatriz Gil.
Dice Lorena González que hoy en Beatriz Gil galería las obras se despliegan en un contexto diferente y se reestructuran en inéditas espacialidades. Agrega que “de cara al nuevo entorno, los elementos vuelven a conectarse con las secuencias perceptivas que han acompañado a esta artista en los territorios de la creación: los textiles, el material de desecho, las elocuentes tramas de la costura o la inédita tridimensionalidad de elementos olvidados. Pero en el revés de los acontecimientos y al volver la mirada sobre ellas, descubrimos que esa materia plena de historias también resguardaba un ignorado eco que en la primera edición dejamos pasar por alto, un enunciado que aún conspira desde los sonidos del papel: allí, en cada una de estas estructuras y movimientos, siguen habitando las proyecciones de un cuerpo humano que ya empezaba a narrarse con melancolía frente a las imposibilidades, angustias y temores de ese contacto físico que el mundo posterior nos ha instaurado.”
Lorena González reitera: “es por ello que hemos aceptado esta extraña itinerancia —al tiempo cercana y distante— que traza la aparición de reflexiones que requieren volver a ser escuchadas.”
Para la curadora “Traslaciones II es un cuerpo de obras que nos habla de las variaciones de la materia como evocación de lo corpóreo, formas mutables de una memoria flexible que nos captura y nos conforma, propiciando en la mirada del cuerpo físico que las observa el detenimiento contra la mudanza permanente del mundo, la vida y el tiempo. Frente a las variaciones de este ciclo constante de presencias y deserciones que vivimos, y en espacios vertiginosos donde la vida y las señales sensibles huyen a través de veloces transformaciones globales, locales, virtuales y presenciales imposibles de atrapar, la artista ha levantado los acordes vinculantes de una partitura profunda, a un tiempo breve y trascendental: la manifestación de la obra de arte como el reflejo único de un susurro imposible. “
La aguada de las buenas señales

2021
Ensamblaje
Madera, hierro cromado, plástico, agua destilada, silicato de sodio, colorantes de alimentos
130 x 190 cm



En su bitácora de viaje, Luis Pigafetta relata los avatares que vivieron los tripulantes de las cinco naos que salieron guiados por Fernando de Magallanes y Sebastián el Cano en su ruta hacia la búsqueda de las islas Molucas. La lectura de este texto me llevó a imaginar este trayecto como un gran recorrido flotante sobre una inmensa superficie horizontal. Esa superficie, salvando ciertas variables que son inevitables consecuencias de los aciertos y desaciertos de los avances de la humanidad, es casi tan desconocida como hace quinientos años.
Los océanos son la sangre vital de la tierra y cubren trescientos sesenta millones de metros cuadrados, el setenta por ciento de su superficie. Son el mayor ecosistema del planeta. Por siglos, han jugado un vital e importante rol: fuente de alimento, transporte, comercio, desarrollo e inspiración.
Se sabe más de la topografía del fondo de los océanos que de las especies que viven el mar. Los océanos han sido mapeados por satélites, y sólo un veinte por ciento de ellos se ha medido con sonales, instrumentos de alta resolución. El otro ochenta por ciento restante permanece oculto, inexplorado. Los científicos estiman que existen entre setecientas mil y un millón de especies en los océanos, descontando microorganismos. Dos tercios de esta cantidad, o más, todavía no han sido descubiertas.
La sensación de incertidumbre crece si a este desconocimiento le sumamos que a partir de los 400 metros de profundidad la luz desaparece, la presión aumenta, el oxígeno baja y la temperatura desciende hasta 4 grados grados.
Las Fosas Marianas es la profundidad más grande que se ha registrado hasta ahora, once mil treinta y cuatro metros, y se encuentran al este de las Islas del mismo nombre, en la parte noreste del Océano Pacífico.
La flota pasó por ahí en marzo del 1521.
Imagino que hasta el más aventurero de los tripulantes se llenó de miedos y preguntas durante el trayecto. Ya de por sí salir a descubrir implica una mirada y un estado de atención abierto, curioso e inseguro a las nuevas maravillas y los inconvenientes.
Hoy, de la misma manera que lo hicieron ellos en 1520, los seres humanos nos movemos sobre la incertidumbre, lo desconocido, el riesgo, la sorpresa.
Quiero centrarme en esa enorme masa de agua que se encuentra entre el aire que respiramos y el fondo marino, ese fluido que indistintamente de las diferencias de profundidad y composición se nivela para generar una extensión misteriosa por la que nos podemos deslizar en un gesto similar al de los navegantes cinco siglos atrás.
LA AGUADA DE LAS BUENAS SEÑALES
2021
Ensamblaje
Madera, hierro cromado, plástico, agua destilada, silicato de sodio, colorantes de alimentos
130 x 152 cm
Catálogo imaginario de muestras de aguas, como si hubieran sido tomadas en cada mes del trayecto, selladas y expuestas como en un laboratorio. La escala es 1:100 con respecto a la profundidad por donde se hacía la travesía. La obra consta de 38 bolsitas plásticas de 3.5 centímetros de ancho y el largo de cada una varía entre 12 y 120 centímetros.